Cuando Isela cuenta cómo nació El Mariachi, lo hace con la serenidad de quien recuerda una batalla dura pero hermosa. Ocho años atrás, sin experiencia previa en restauración pero con una intuición poderosa, se encontró de repente con un local pequeño, tres mesas y una idea tan sencilla como auténtica: “Si voy a cocinar, voy a cocinar lo mío”. Lo suyo era México. Su tierra, su memoria, sus sabores.
Aquella intuición, que muchos habrían considerado arriesgada, se transformó en un proyecto que hoy se reconoce en Pamplona por su cercanía, su cocina honesta y su ambiente cálido. El Mariachi no nació como una moda gastronómica, sino como una necesidad vital. “Siempre lo he dicho: por muy buena que me salga la tortilla de patata, no iba a ser lo mismo”, ríe Isela. La decisión estaba clara. Si aquello iba a funcionar, debía hacerlo desde la autenticidad.
El principio no fue fácil. El local, situado en la Milagrosa, levantó cejas. Algunos vecinos dudaban de que un restaurante mexicano pudiese aclimatarse al barrio. Pero Isela abrió con todos sus ahorros, con una ilusión desbordante y con la determinación de demostrar que la cocina mexicana podía encontrar su sitio en Pamplona. Lo hizo sin grandes campañas ni estrategias: solo con sabor y boca a boca.
La gente fue llegando, probando, volviendo. Las tres mesas se quedaron pequeñas. Al año, El Mariachi se trasladó a la calle San Nicolás. “Siempre estaba lleno”, recuerda. La ubicación mejoró la visibilidad y la clientela creció aún más. Aquel local se convirtió en un punto de encuentro para muchos, un refugio de color y de sabor en pleno centro de la ciudad.
Pero la historia, como todas las historias importantes, dio otro giro. Como la familia veía que San Nicolás comenzaba a quedarse corto, decidieron abrir también en San Gregorio. Dos espacios, dos ritmos, dos públicos. Sin embargo, a los dos meses de estrenar el nuevo local, llegó la pandemia. Y hubo que decidir: San Nicolás o San Gregorio. Eligieron este último por ubicación, estructura y potencial. Y no se equivocaron.
Hoy, en la calle San Gregorio, El Mariachi sigue siendo lo que fue desde el primer día: un restaurante que abraza a quien cruza la puerta.
Además, Isela, sin miedo a los retos, compatibiliza su pasión por la cocina mexicana con la pasión por el cine. Dirige cortos. Ni más ni menos. Esta mujer, de formación auxiliar de enfermería, se atreve con el cine y realiza su otra vocación con cariño y esmero al igual que sus propuestas en la calle San Gregorio,
Carlos, la voz calma de la casa
Si Isela es la chispa, Carlos es el pulso diario. Él mismo lo dice con naturalidad:
“Mi nombre es Carlos, trabajo en El Mariachi desde hace dos años y soy el encargado de la parte administrativa de este hermoso restaurante”.
Su manera de describirlo revela algo que va más allá del trabajo. Habla de El Mariachi como quien habla de un hogar compartido. Cuando explica cuál es la esencia del restaurante, no menciona primero los ingredientes, ni los tacos, ni los platos estrella. Habla de la atención.
“La esencia de El Mariachi es que el cliente se sienta como en casa desde el momento en que cruza la puerta”, afirma. Y lo dice con la convicción de quien lo vive cada día. Para él, recibir es un acto casi ceremonial: una bienvenida cálida, un gesto amable, una conversación breve pero sincera. Y detrás de ese gesto, un mensaje: estás en un sitio donde te van a cuidar.
Por eso, al local llegan personas de todas partes. Mexicanos que buscan un sabor que les recuerde a casa. Colombianos, peruanos, ecuatorianos. Españoles curiosos. Franceses de paso. Nueva gente que nunca ha probado la cocina mexicana. Y también fieles que vienen una vez al mes, siempre. Esa clientela estable es, para ellos, uno de los mayores orgullos.
Un menú para todos los gustos (y niveles de picante)
La cocina mexicana tiene fama de picante, y eso a veces asusta a quien viene por primera vez. Pero tanto Carlos como Isela se encargan de explicar que el picante no es obligatorio; es una elección. En El Mariachi, los platos que lo incluyen vienen perfectamente indicados y la mayoría de elaboraciones se adaptan para que cualquiera —de cualquier edad, paladar o tolerancia— pueda disfrutarlos.
Hay platos tradicionales sin picante, platos donde se agrega solo si el cliente lo desea, y otros donde forma parte esencial de la receta. Pero incluso esos están pensados para que la experiencia sea equilibrada, no intimidante.
Además, El Mariachi presta especial atención a quienes no pueden consumir gluten. Muchos de sus platos pueden adaptarse sin problema, y el equipo ofrece siempre la información necesaria para que cada persona coma con tranquilidad.
La carta: México sin simplificaciones
La carta de El Mariachi es un recorrido por diferentes regiones de México. No se limita al topicazo del taco —aunque el taco, por supuesto, es protagonista—, sino que presenta una variedad de platos que revelan la profundidad de la cocina mexicana.
Entre los entrantes destacan los nachos, el guacamole con chicharrón y las patatas a la diabla. En los platos principales aparecen tacos, alambres, quesadillas, burritos, enchiladas, guaraches, gorditas y más.
Cada receta es un pequeño viaje, pero ninguna está occidentalizada. Isela insiste en ello: “La comida mexicana es una mezcla de sabores y colores. Tiene que tener sabor, color y ese toque que para nosotros es como un afrodisíaco: el picante”.
Pero también aclara algo esencial: México no es solo tacos. Y por eso decidieron incluir menú del día, cortesía de una idea de Carlos. “En México también comemos sopas, guisos, moles, arroz, frijoles, albóndigas…”, explica. Y El Mariachi quiso que Pamplona conociera esa parte menos evidente de su cultura culinaria.
Así, cada semana incluyen guisos tradicionales como pollo en mole verde, albóndigas mexicanas, sopa de fideo, caldo azteca, pastel azteca, pozole o ceviches. Es una manera de abrir la puerta a sabores diferentes y de mostrar que México es diverso, amplio y sorprendente.
El taco que conquistó Pamplona
Si hay que elegir un taco estrella, la respuesta es unánime: cochinita pibil y taco al pastor.
La cochinita pibil es un guiso prehispánico del sur de México, especialmente de Yucatán. Cerdo desmechado cocido lentamente en hoja de plátano y jugo de naranja. Tierno, aromático, envolvente.
El taco al pastor, por su parte, combina lomo y cabezada de cerdo adobados con achiote y servidos con su ingrediente más emblemático: la piña. Ese equilibrio entre dulce, ácido y especiado es parte de la magia del plato.
Y un tercer invitado se ha ganado el cariño de los clientes: la birria, una carne cocinada lentamente y servida con su propio jugo. Los tacos se mojan en ese jugo, creando una textura y un sabor profundamente reconfortantes.
Postres con alma mexicana (y otros de creación propia)
El Mariachi ofrece postres típicos como los buñuelos o el plátano frito con helado. Pero también elaboran sus propias tartas: de tres leches, de zanahoria y de queso. Estos postres, hechos en casa, aportan un toque personal que los clientes agradecen.
Un menú del día que sorprende
Pocos esperan que un mexicano tenga menú del día, pero El Mariachi lo tiene y es uno de sus grandes éxitos. De lunes a viernes ofrecen dos modalidades:
Menú para parejas (29,50 €):
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Nachos para dos
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Tres tacos (combinables)
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Una quesadilla
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Dos bebidas
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Postre para compartir
Menú individual (14 €):
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Nachos
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Dos tacos o una quesadilla
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Una bebida
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Postre
Es una propuesta generosa, accesible y perfecta para quienes quieren probar variedad sin complicarse.
Reservas y horarios
El restaurante funciona con reservas especialmente los fines de semana, cuando el local suele estar completo. Entre semana, la disponibilidad es más amplia, salvo eventos o grupos grandes. Se puede reservar por teléfono o WhatsApp al mismo número, y también desde la web.
DATOS DE CONTACTO
El Mariachi Taquería
C/ San Gregorio, Pamplona
655 16 01 95 (teléfono y WhatsApp)
elmariachitaqueria.com
HORARIO:
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Lunes a jueves: 13:00–15:30 / 19:30–23:00
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Viernes: 13:00–15:30 / 19:30–23:30
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Sábado: 13:30–16:00 / 19:30–23:30
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Domingo: 13:30–16:00 / 19:30–23:00






