El Náutico es uno de los secretos a voces musicales más extendidos de la geografía española. Un local de conciertos que es algo más que eso, una pequeña arcadia musical que, sobre todo en verano, programa a lo más selecto del panorama musical español sin fanfarrias, al contrario, en shows ocultos y un ambiente que busca él fuera de foco de los grandes recintos tan dados al maximalismo.
Algo fuera de foco también, alejado como El Náutico de los grandes polos atractores de actividad de cualquier tipo (musical, económica, política…) que son Madrid y Barcelona, tenemos otra pequeña sala: El Veintiuno. Situada en una de las capitales de provincias más pequeñas de España, Huesca, es uno de esos lugares en lo que parece que nunca pasa nada, como puede ocurrir en las playas de O Grove, pero que hay momentos en los que pasa todo.
Ambos lugares se han caracterizado para poco a poco configurar dos de esos espacios que la gente melómana quieren y deben visitar. Por trayectoria, El Náutico, lleva la cabeza, pero El Veintiuno no le va tan alejado. Y es que les unen no pocas conexiones: desde Iván Ferreiro (que es fan y podría decirse que padrino de ambos lugares) hasta que por sus coquetos escenarios han pasado grupos españoles que tenían y tienen nombre para llenar recintos polideportivos (desde Sidonie en ambos casos hasta Vetusta Morla en el caso de El Náutico e Izal en El Veintiuno). Una corriente especial y subterránea parece entroncarles y cuando la actividad de El Náutico empieza a menguar cuando el verano finaliza, es cuando la de El Veintiuno empieza asomar para estallar a pleno rendimiento en los meses invernales con un diciembre que marca el punto algido con el inicio de su aniversario. Y es que los nombres que han pasado por ambas salas son de aúpa y conforman un recorrido por lo más granado de la música en nuestro país: Iván Ferreiro, Sidonie, Rufus T Firefly, Xoel López, Nacho Vegas, Sexy Zebras, La Bien Querida, Triángulo de Amor de Bizarro, Siloé, Mikel Erentxun, Ariel Rot, León Benavente, La Habitación Roja, Anni B. Sweet, etcétera.
Lo dicho, ahora, en el otoño e invierno, empieza a menguar la actividad de El Náutico aunque no se detiene y la de El Veintiuno despega en todo su esplendor. Dos salas con un espíritu similar a la hora de concebir la experiencia musical y que se deben visitar sí o sí.